El Camino De La Espiritualidad Segundo Galilea Pdf
SEGUNDO GALILEA DLA SEGUNDO GALILEA EL CAMINO DLA ESPIRITUALIDAD EDICIONES PAULINAS la. Edicin agosto 1983 2a. Edicin - marzo de 1985 ISBN 958-607-029-8 1985, EDICIONES PAULINAS Calle 170 No.
23-31 Presentacin Al presentar la nueva obra de Segundo Galilea: 'El camino de la espiritualidad', quiero destacar dos circunstancias muy gratas que me habilitan para ello: una larga y nunca interrum-pida amistad y la generosa rapidez con la cual ha respondido al deseo de nuestra Editorial. Son ya lejanos los aos que vincularon su pluma a las Ediciones Paulinas, comenzando as una colaboracin oportu-na y fecunda para la teologa y la pastoral del continente. Mencionamos aqu tan solo algunas de esas obras, frecuente-mente reeditadas y algunas traducidas a otros idiomas: A los pobres se les anuncia el Evangelio? Cristologa y Pasto-ral A dnde va la pastoral? El anuncio de la esperan-za Vida obrera Mara en la Pastoral Latinoamericana El mensaje de Puebla El seguimiento de Cristo Anunciando el Evangelio todos los dasy, finalmente, La responsabilidad misionera de Amrica Latina, y otros ms (sin contar los publicados en otras editoriales de Amrica y Espaa). Bastara esta somera e incompleta enumeracin para aqui-latar el aporte de este sacerdote porque Segundo Galilea es ante todo 'un sacerdote' a la renovacin teolgico-pastoral del continente.
5 Podramos preguntarnos: Por qu ahora un libro de espi-ritualidad, y adems un 'texto'? No corremos el riesgo de volver a la vieja manualstica, con todo lo negativo que eso evoca? Conversando con el autor, al encargarle la redaccin, pensamos tambin en eso y, naturalmente, se ha intentado evitarlo.
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Lo que ha impulsado al autor y al editor, en realidad, han sido motivaciones ms profundas. Despus del Vaticano II, se han producido muchas inquietudes de renovacin en diferentes sectores de las disciplinas eclesiales. Y los frutos estn a la vista, especialmente en la teologa, en la pastoral y en la catequesis.
En nuestro continente esto se ha acentuado, espe-cialmente a partir de Medelln y ahora de Puebla. Tenemos una manera propia de hacer teologa ('teologa de la liberacin'), una pastoral encarnada y una catequesis que es, a la vez, 'situacional' y de 'comunin y participa-cin'. Estos sectores han demostrado una vivacidad y una creatividad que han traspasado los mismos confines continen-tales. Se da actualmente una nueva 'demanda tica', recla-mada inclusive por estudiosos de ambiente no cristiano. En cambio, el sector de la espiritualidad parece haberse movido con algo de retraso. De todos modos, tenemos la fundada sensacin de que lo est haciendo bien. Han quedado atrs, aunque no del todo, los tiempos de la contestacin y del rechazo acrtico, cuando el mismo trmino 'espiritualidad' engendraba sospecha de abstractismo y alie-nacin: por la manera de ensearla y de vivirla, reducida a la pura zona de lo privado, encerrada en prcticas intimistas, lejos de toda problemtica vital y comprometida con la dura situacin ambiental.
Todo esto provoc, y en algunos sigue todava provocando, una reaccin igualmente desequilibrada que reduce la espiri-tualidad a pura 'ideologa': es decir, a un conjunto de ideas sin contacto con la realidad, pero con evidentes finalidades instrumen talizadoras. 6 Hoy afortunadamente, ms all de los extremismos perdu-rantes, asistimos a un retorno; y no faltan manifestaciones numerosas y calificadas. Son muchas las universidades de la Iglesia que han intro-ducido ctedras de esta asignatura y otras, que ya la tenan, la han revitalizado sobre nuevas bases, incluyendo las 'ciencias humanas', como complemento indispensable para la forma-cin del sacerdote, del religioso y del laico cristiano exigidos por las nuevas situaciones del mundo. Otro sntoma reconfortante es la apertura de Institutos-de Espiritualidad, el multiplicarse de cursos, congresos, estudios a todos los niveles, muchos de stos realmente novedosos y excelentes. Hechos alentadores tampoco faltan entre nosotros. Pense-mos en el Instituto de Teologa del Celam, con sede en Mede-lln, que entre sus asignaturas, enumera la de espiritualidad, con finalidades eminentemente pastorales.
Un lugar de importancia, en este campo, lo ocupa la Conferencia Latinoamericana de Religiosos (CLAR). Su lar-ga, paciente y no siempre comprendida labor, en el sector especfico de la espiritualidad de la vida religiosa, merece una mencin particular. Si hoy da crece y se acenta la instancia de una renovada espiritualidad en el continente, se debe princi-palmente a ese organismo que, a travs de su equipo de telo-gos y otros expertos, reflexiona peridicamente sobre los problemas ms candentes que viven los religiosos, indicando respuestas y pistas de solucin inspiradas en el Evangelio y la misma situacin. Pero lo que ha motivado ms inmediatamente nuestra publicacin, han sido dos hechos que, aun siendo circunstan-ciales, revisten una particular trascendencia: En 1980, del 20 de febrero al 3 de marzo, se ha celebrado en Sao Paulo (Brasil), el IV Congreso Internacional Ecumnico de Teologa. En su ' documento final', se dedican 11 artculos 7 (nn. 54-64) a la espiritualidad, destacando que 'el cultivar la espiritualidad o vida segn el Espritu de Jess es una exigen-cia fundamental de cada uno de nosotros y de las comunidades cristianas'.
Dicha espiritualidad va buscada 'dentro de la nueva situacin de la Iglesia en el Tercer Mundo' (n. Ella, si quiere ser coherente con el evangelio y la situacin, tendr que ser 'una espiritualidad de la liberacin' que privilegie al pobre, tome en cuenta las necesidades del pueblo, la oracin, el compromiso con el cambio social, la religiosidad popular, la contemplacin 'que da sentido a la vida y a la historia', y que 'acepta la Cruz como camino de liberacin'. El segundo hecho nace de la XX Asamblea General de la Conferencia de Religiosos de Colombia (CRC), realizada en Bogot, del 27 al 30 de abril de 1981. El documento final recoge 'cinco opciones' sobre diversos tpicos y prioridades; la cuarta opcin est totalmente dedicada a 'promover y renovar la espiritualidad de la vida religiosa.' Luego de motivar la necesidad, la urgencia y las modalidades de dicha renovacin, comprueba que '.ante esta crisis carecemos de una Teologa Espiritual apropiada paraformadores, maestros de espritu y asesores'. Podramos multiplicar los hechos, pero los ltimos dos, que hemos sealado, han sido determinantes en la decisin de presentar este 'texto', como un primer ensayo sistemtico, sin por eso caer en lo esquemtico y en lo manualstico.
La obra consta de nueve captulos, lo suficientemente am-plios como para considerarlos verdaderas secciones. El autor comienza con tratar el problema de la espiritualidad para el hombre actual, habida cuenta de los nuevos mdulos cultura-les, los modelos que se imponen, ligados ntimamente a los diferentes 'modelos de Iglesias' (c. Luego afronta la 'identidad' de la espiritualidad cristiana que 'en su plenitud es la sntesis entre el espritu de Jess y la aceptacin de su persona y evangelio'. Sin esto se corre el riesgo de 'una 8 espiritualidad 'ideolgica', parcializada y eventualmente con-tradictoria'. Esto porque 'la espiritualidad cristiana ha de ser integralmente liberadora e integralmente humanizante' (c. El tema de las 'fuentes' ocupa el captulo tercero: la palabra de Dios, los sacramentos, el testimonio de la Iglesia, el rol de los santos y de la Virgen Mara; son los medios obligados para una espiritualidad de 'actos concretos'.
Con el captulo cuarto se entra en el corazn mismo del problema: el pecado, la tentacin y la abnegacin cristiana, con particular atencin a la conversin como proceso, en sus implicaciones culturales y en relacin al compromiso socio-poltico. Sigue el tema de la 'experiencia de Dios', un tema congnito al autor, pues le ha dedicado ms de un estudio (c. En l se ponen de relieve la contemplacin y la oracin cristia-nas que, de ser autnticas, desembocan en compromisos de vida y accin. La exigencia del amor fraterno constituye el objeto del captulo sexto: se trata de lo 'propio' cristiano o que se expresa en la solidaridad, la reconciliacin y el amor consa-grado (castidad). En la lnea de Medelln y de Puebla se recupera la 'experiencia' y el 'sentido' del pobre como una de las notas caracterizantes de la espiritualidad latinoameri-cana fe.
El tema de la Cruz y la fidelidad a ella en toda la existen-cia, a ejemplo de Cristo, incluso en los conflictos de toda clase que se dan en el continente, ocupa la reflexin del captulo octavo. La obra se cierra con el tema de la 'espiritualidad misione-ra': un tema en parte nuevo, en parte recuperacin de valores olvidados. La revitalizacin de la Iglesia, como de la vida religiosa y de las comunidades cristianas en general, depende del retorno a su dimensin evangelizadora. La evangelizacin para las Iglesias y las comunidades no es algo facultativo, sino su tarea esencial.
(Cfr Evangelii Nuntiandi, n. 9 Dems est advertir que esta apretada sntesis no pretende ni reproducir y menos an agotar toda la riqueza que encierra la obra reseada. El lector podr apreciar por s mismo la claridad del dictado, la agilidad de estilo y la novedad del enfoque, puesto que presenta una espiritualidad encarnada y acorde a un ambiente de cambios rpidos y de conflictos generalizados, con los cuales el cristiano est llamado a medirse cotidiana-mente. Pero lo que asegura su validez es el hecho de hallarnos ante una obra fruto de vivencia y de paciente reflexin.
El autor es un creyente y un sacerdote de larga y experimentada praxis pastoral. Adems, en los largos aos de enseanza en institu-tos de la Iglesia (el Instituto Pastoral de Quito y l.